“Una maleta llena de sorpresas ”


Estas son 2 anécdotas, curiosas, chistosas, vergonzosas y sorprendentes de algunos de nuestros usuarios que quisieron compartir con nosotros  un de esos “momentos “pero no te rías tanto por que el próximo podrías ser tu ;)

Durante un viaje desde Bogotá a Pereira “nos cuenta Mónica Mancera” mi esposo y yo nos montamos al bus, nos acomodamos en nuestras sillas, cuando de repente una señora de edad avanzada por no decir que ya era una viejita, se sube con un perro, les digo la verdad… fui la primera en “voltiar” los ojos y pensar que en ese recorrido tan largo no me quería aguantar un perro “jodiendo” ladrando y oliendo a eso… a perro. De repente el conductor le dice a la señora que el perro lo tenía que llevar en el compartimiento de las maletas. La señora lloraba y le rogaba al señor que se lo dejara llevar en las piernas, igual estaba en un guacal y en realidad el perro era pequeño, no estaba molestando y era muy tierno. En ese momento a mi como a la mayoría de pasajeros nos dio muchísimo pesar no solo con el perro, también con la señora y todos al mismo tiempo le exigimos que respetara la vida del perro, no estaba afectado a nadie, al ver que todos nos pusimos en contra de el, se hizo el loco y se dio la vuelta.

En mis vacaciones, (las únicas que tengo al año) “nos cuenta Sara Montoya” cometí un error que espero no les  pase a ustedes y se lo cuento a todo el mundo, precisamente por eso. Me fui con mi prima a la isla de barú que queda ubicada en Cartagena. Desde Cali, hicimos todo el trámite por internet: pasajes y hotel, conseguimos un hostal que por fotos se veía divino, llegamos a Cartagena y decidimos con mi prima irnos al Éxito y comprar paquetes y cositas para ahorrarnos algunas comida. Nos llevaron en un bote hasta el hotel de barú y cuando llegamos casi me pongo a llorar… el mar muy oscuro, no había casi playa, el cuarto era medio feo (nada que ver con las fotos) lo peor de todo el cuento es que era un bosque entonces por las noches por más que nos pusiéramos repelente en todo el cuerpo los bichos nos atacaban como si fuéramos gringas J. Hasta ahora nada grave, lo peor es que yo no tenia idea que era alérgica, así que por las picaduras, se me pusieron los dedos de los pies como unos “chitos” que oso, todo el mundo me veía los pies… como estábamos en la última esquina de Cartagena y reservamos ese hotel como 15 días,  no podíamos hacer nada, ni tampoco irnos, por que una lancha hasta Cartagena era carísima, ni una clínica, por que no había. Así que tocó aguantarse, menos mal no era tan grave y apenas llegue a Cali fui al medico y me recetó un antialérgico. La moraleja de toda esta historia es que hay que cargar con un botiquín para todos los viajes.


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